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Obesidad, inmunidad e inflamación de bajo grado

La obesidad se ha convertido en un grave problema de salud en todo el mundo, especialmente en los países occidentales y cada vez con mayor incidencia en países que asumen hábitos del mal llamado primer mundo. Podemos decir que más de un tercio de esta población presenta problemas de sobrepeso.


La obesidad a menudo viene con un mayor riesgo de inflamación sistémica de bajo grado. Cuando el sistema inmunitario se descompensa, un aluvión de radicales libres, productos oxidativos y citocinas inflamatorias invaden el cuerpo humano, dañando células y órganos. Durante la obesidad, los adipocitos, tanto en número como en tamaño, acumulan triglicéridos y una serie de citocinas y adipocinas que conduce a la disfunción de las células inmunes innatas y adaptativas. Las células asesinas naturales (NK) representan la primera línea de defensa del sistema inmune innato. Se ha demostrado que el número de células NK circulantes se reduce en pacientes con obesidad.


Las células inmunes adaptativas también están relacionadas con la obesidad. A medida que avanza la obesidad, las células T citotóxicas se instalan en tejido adiposo, lo que lleva al agotamiento de las células T reguladoras adiposas y a una mayor activación de las células T auxiliares. Las células T gamma delta (γδ), un subconjunto de células T que expresan TCR γδ, son linfocitos innatos que han demostrado responder a los componentes bioactivos de la dieta.


Los cambios moleculares y celulares que ocurren durante la obesidad aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas. Una reducción de la inflamación asociada con la obesidad puede disminuir el desarrollo de otras complicaciones, como la resistencia a la insulina o las enfermedades cardiovasculares.


El estrés oxidativo es un precursor y un producto de la inflamación. Estimula la activación de moléculas de señalización mediadoras como NF-κB, que pueden regular la producción de citocinas inflamatorias. El Glutation (GSH) es un tripéptido endógeno y es fundamental para la defensa redox durante el estrés oxidativo, protegiendo las células inmunes de los radicales libres. El apoyo en la producción de GSH podría ser un método para contrarrestar la inflamación crónica asociada con la obesidad.


El extracto de ajo negro (AGEAged Garlic Extract) con no menos de 20 meses de envejecimiento favorece la producción de GSH a consecuencia de los distintos organoazufrados que aparecen, principalmente S-alilcisteina (SAC).


Seis semanas de consumo de extracto de ajo negro envejecido modulan las células inmunes reduciendo la inflamación crónica asociada a la obesidad en adultos sano, previenen el aumento de las concentraciones séricas de TNF-α e IL-6 y reducen la concentración de LDL en sangre en adultos con obesidad. El extracto de ajo negro, tomado de manera constante, puede ser beneficioso para prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas asociadas y con comorbilidad a la obesidad (doble ciego, aleatorizado, controlado por placebo). (Universidad de Florida-USA Laboratorio Clínico de Ciencia de Alimentos y Nutrición Humana) (https://www.clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT01959646).




 

Advertencia: Las afirmaciones recogidas en dicho texto están avaladas por publicaciones científicas en diferentes estudios. La legalidad obliga a declarar que los productos a base de extracto de ajo negro fermentado no están destinados a tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad.

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